Revista No. 2
No hay música detrás del telón. Un zumbido eléctrico recorre los pasillos. El teléfono suena. Esperan unos segundos. Una voz tranquila, pero con entusiasmo, contesta:
—Hola, gracias por llamar al Gran Show Jaham…
Se podría decir que era todo un mago. No digo que burlara la muerte al salir con vida de una muñeca de bronce, diez metros bajo tierra. Pero era todo un mago. Había cierta gracia en su muñeca cuando sacaba al conejo de la chistera. Tenía modales a la hora de presentar su asistente; Sus palabras la hacían relucir más allá del maquillaje y vestimenta. Les hacía creer a los niños en posibilidades que el ojo no puede pensar o lógica no pudiera ver.
Su problema era desconocer el gusto del público mayor.
En un truco de magia, la torre de naipes, alguien pregunto por su noche de poker. El mago no respondió, y los huesos de sus dedos sintieron frío y calambres.
En otro evento, donde pidió ayuda para el truco de la botella de vidrio que no se rompe, le preguntaron por el sabor de su vino. El mago no contesto, y su mano se aferró al cuello de la botella, con todas sus fuerzas.
Las dudas se aferraron en su mente. Que, si el conejo era su mascota, que, si la asistente era su hija, amante, o hermana.
O si no había vendido su alma al diablo para hacer aquel truco del espejo. El mago, cansando de prejuicios, rompió la única regla de la magia. Reveló sus secretos.
Ya no había esa aura misteriosa que dejaba encantado a los niños. Y pronto, las llamadas cesaron.
Su asistente lo dejo tras varios meses sin paga y una proposición fallida de matrimonio. Vendió sus artilugios para pagar algunas deudas del casino. Y Rogger, su conejo blanco, al escuchar las tripas de su dueño, se mudó de sombrero.
Jaramillo Hamber recorre las calles con una botella en mano y un ojo durmiente.
Su ojo despierto ve un espejo. Se acerca. Recompone su postura. El show va a comenzar.
—Damas y caballeros, niños y niñas. Acérquense y contemplen la desaparición del reflejo del Gran Jaham.
Cerró su ojo. Y trató de recordar, en vano, el secreto para desaparecer.
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