El Pueblo De Los Gatos Y Otros Relatos
—¿Ahora quien vendrá a nuestro jardín, Padre?
Se escucha el nacer de una Dama y el cesar del sistema de riego. La tubería cambia a una temperatura caliente.
—¿Cómo será “Ella”?
—¿Sera alta?
—¿Sera lista y bella?
—¿Tendrá una coraza de vapor mientras sus tejidos se reconstruye?
El Doctor Grafeno, quien había dedicado toda su vida al riego y distribución de Damas Plantas de la capsula 21 hasta la 49, le tiemblan las manos. Se aleja del escritorio, en donde yace El Huevo De La Crisálida, y contempla, desde el cristal, los diminutos rayos de luz. Vienen de afuera; Allá, en un cielo despejado, un cielo donde el agua del mar no distorsiona la visión.
Violeta, una Dama Planta, contempla la soledad del Doctor Grafeno. Lo toma de la mano.
—Me temo —finalmente hablo y todas las Damas Plantas se excitaron por la ilusión de una nueva buena. —Que no habrá más de ustedes.
Las expresiones de alegría cambiaron a la tristeza. La tristeza a la depresión. Y la depresión, trajo consigo el rechazo y el odio. Y finalmente, el miedo. Las voces se sumaron poco a poco hasta ser gritos de desesperación.
El Doctor Grafeno, aún tomado de la mano de Violeta, miro sus ojos y busco el valor. Ella le hace recordar que no está solo. Es su Dama de vida.
—Mis hijas, mis queridas niñas. La muerte de su hermana me ha revelado mi temor: El fin de la vida. Los astros y los planetas seguirán viviendo, pero nosotros, los seres orgánicos, estamos por morir. El carbono será inexistente.
Margarita, una Dama Planta, la más delgada y joven de todas, se alejó de sus hermanas. Se acerca a una ventana, no para ver más allá del océano, arriba en la superficie, si no, para contemplar la vida en demás colonias, dentro de sus capsulas bajo el mar. Veía a la gente ir de un lugar a otro, a animales durmiendo (desde que se les evacuo de la superficie, siempre han dormido y únicamente despiertan para hacer sus necesidades básicas; Comer, Cagar y reproducirse. A excepción de animales nocturnos que siguieron siendo ellos mismos) y a los distintos anuncios, con luz de neón, que ofrecían mejoras genéticas.
—Pero no teman, —Continuo el Doctor Grafeno— he ideado un plan. Sé que la muerte vendrá algún día por nosotros, pero en lo que llega, hare de estas capsulas, lo más placentero posible, no habrá nada que temer, mis queridas niñas.
Las Damas Plantas gritaron de alegría, unas lloraron, otras rieron. Es difícil saber lo que sintieron cada una de ellas y más cuando la esperanza había sido sembrada en sus corazones.
El Doctor Grafeno y Violeta, al ver el éxito de aquellas palabras, se marcharon de la sala, para hablar en privado.
—No puedo creer que haya funcionado…
—Funciono, cariño. —Violeta se envolvió en los brazos del Dr. Grafeno, como si fuera una manta de seda— Dijiste las palabras adecuadas con los sentimientos adecuados.
—Sí, pero no era yo. Yo hubiera templado, incluso tartamudeado en la primera palabra. Yo jamás les mentiría a mis niñas.
—Nuestras niñas. —Y Violeta toma ambas manos del Dr. Grafeno para hacerlas pasar por su cintura. Y sus labios rozan una oreja para susurrarle.— Lo hiciste por mí. Y para amar a alguien, a veces tienes que decirle una dulce mentira al oído.
—Yo…tengo cosas que hacer todavía.
—Las haremos mañana. Hoy tendremos que disfrutar nuestra pequeña victoria.
Y los labios de una planta y un humano se juntaron una vez más. Sus besos eran el florecimiento de un amor que se creyó marchito hace años. Sus labias eran la lluvia que necesitaba su piel erosionada, para hacerla vivir de nuevo, como el algodón o pétalos de una rosa. Y sus piernas se enredaron a él con pasión, como lo solían hacer las ramas de los árboles en los bosques. Y en otros tiempos, lo que él hizo se le podría nombrar como abrazar a un árbol, pero nosotros lo llamaremos La Clorofilia.
—¿Margarita? ¿Estás ahí?
—¿Eh? Disculpa, estaba…
—Estabas viendo las demás colonias.
—No es verdad. Estaba pensando en las palabras que dijo Padre y Madre.
—Lo sé, fueron muy hermosas, me recordó a…
Y antes de que su hermana dejara de divagar, Margarita activo el camuflaje de su piel y se escabullo sin levantar sospecha alguna. Para Margarita no era ningún reto esconderse de sus hermanas. Al contrario, de niña, siempre jugaba a las escondidas y permanecía escondida por mucho tiempo. Solo Padre y Madre le encontraban, pero ahora, ellos no están mirando.
Se acercó a la puerta principal. Era grande y de metal. No tenía una perilla como las demás puertas de cada habitación. En cambio, tenía una palanca giratoria, y no había pequeños orificio para hacer que pasaran sus raíces. Margarita pensó en las reglas:
NUNCA SALIR SIN AUTORIZACION. NUNCA MESCLARSE CON HUMANOS. NUNCA CONSUMIR RIBOSOMAS.
Pero también pensó en lo que podría vivir si las desobedecía. Una vida completamente ajena a la que acostumbra vivir. Y con ese pensamiento, su camuflaje imito la piel y vestimenta de una joven mujer, giro de la palanca y salió de su hogar.
Al llegar a la primera colonia, aun estando en la capsula 21, se percató de la música que provenía de todas partes. En las Florerías, había jazz. En los Panales, la música clásica predominaba. Todo lugar tenía su música, a excepción de uno: La Maceta.
Margarita no siguió sus ojos, pues estos los llevarían a un letrero gigante de neón que anunciaba la nueva bebida. Sand, el licor de los viejos. Cuyo sabor deja la boca seca, como un desierto, lista para ser despertada por el néctar de una Dama Planta.
Tampoco se dejó llevar por su corazón, pues de haberlo hecho, hubiera entrado a una Florería para escuchar la palabra de El Señor De La semilla y El Florecimiento De La Nueva Vida Bajo el agua. Lo que ocurrió tras El Gran Marchitar De Los 7 Continentes y El eterno Ardor Del sol. Y La Clorofilia.
Solo siguió el silencio de La Maceta. Ese silencio había entrado a sus oídos para causar mucho ruido en su interior.
Margarita, al estar ante la puerta de la Maceta, escucho diferentes tipos de gemidos. Son de hombres, pensaba, no…son de mujeres y hombres, algo los está excitando.
Y al abrir la puerta, se dio cuenta que, Floristas, Abejorros, hombres y mujeres comunes, vendedores de ribosomas, doctores y demás personas que no pudo distinguir, estaban bajo el eterno placer de sus hermanas, las Damas Plantas.
—¿Amor, ya te vas?
El Dr. Grafeno se levantó de la cama, y se vistió
—Sí, tengo que irme, tengo que hablar con el director de El Vivero. Estará enojado si no le doy una explicación.
—Quédate conmigo, aún tenemos que lograr muchas cosas. –Dijo violeta con voz seductora. Desde la cama. Soplo las feromonas para atraerlo devuelta a sus brazos -Plántame tu semilla una vez más, Hazme florecer.
En otras circunstancias, el Dr. hubiera accedido. Se hubiera dejado seducir por el dulce tallo, pero esta vez no. Algo se estaba quemando en su interior.
—Lo siento cariño, la responsabilidad me llama, y mientras eso exista, no puedo volver a la cama contigo.
Se marchó de su habitación y Violeta, tendida en la cama, lo miro fijamente.
En verdad, no era difícil perderse al viajar de capsulas en capsulas y de colonia a colonia. En cada batiesfera, el medio de transporte que servía para ir a otras capsulas, había mapa. Este mapa muestra el nivel del mar, la profundidad en que se encuentra cada capsula, y su especial atracción.
Las capsulas que estaban en lo más profundo, destacaban por ser las más ricas en placer. La luz de las plantas acuáticas y animales marinos de las profundidades hacían que la atmosfera fuera más erótica y más fértil.
En cambio, las capsulas en la cima (nunca por encima del nivel del mar), servían de prisión. Todo aquel que no opte por el camino de La Clorofilia, merecía ser llevado arriba, en donde el sol calaba hasta los huesos.
En un inicio, cuando la humanidad construía capsulas para sobrevivir Al Marchitar De Los 7 Continentes, sirvieron como puertos de carga y descarga. La gente comenzó a ir más profundo, alejándose del cielo.
El Dr. Grafeno llego a la dirección de El Vivero, ubicado en la capsula 69, en la colonia central. Desde las puertas se escuchaban gemidos de placer. Un abejorro, personas cuyo sexo fue removido por ser sumamente robustas gracias al exceso de Ribosomas y el desplazamiento de su fertilidad a los músculos, le dio el paso una vez que el Doctor dio sus datos personales y el motivo de la visita.
El Doctor siguió el tapete de orquídeas. Conforme avanzo, los gemidos de placer se hacían cada vez más fuertes, causando un eco y un vibrar en las ventanas. La Dama Planta gritaba de dolor y de gozo. Gritaba por ver la savia correr entre sus dos piernas. Gozaba del sabor de la miel que sentía en cada beso en su cuello. Y entonces, la Clorofilia.
—¿Qué lo trae aquí, Dr Grafeno? —Dijo El Director, sin levantarse de la cama y sin despegar los ojos del rostro de placer de su Dama.
—Vengo para informarle de una mala nueva. El Carbono está...
—Lo sé. El Abejorro me lo conto. –Se levantó de la cama, desnudo, y se posó frente al cristal para ver el brillo de las plantas acuáticas. El Doctor, que no sabía nada de la vida del Director, pudo ver un color rojo en su ojo izquierdo. –Vuelvo a preguntar, ¿Qué hace aquí?
—Yo…emmm, mire, sé que suena des-descabellado pero…
—Pero nada, el carbono no se acabara. Habrá vida. Si no es por usted, es por algún otro científico de otra colonia. ¿Es usted creyente de La Crorofilia?
—Sí, cla-claro, lo soy…yo…
—Entonces vuelva con su Dama y disfrute del placer. Largo de aquí.
Sin más peros, El Doctor se dio media vuelta para marcharse por donde vino. Al alejarse de de la oficina, nueva mente a escucho los gemidos de placer de una Dama.
—Querida, ¿qué haces aquí?
—Yo…
Otra voz se unió:
—¿Estas perdida?
Otra voz se unió, y un cuerpo se arrastró por el suelo para besar sus pies:
—Deberías relajarte, estas a salvo aquí con nosotras.
Otra voz se unió, y sintió como alguien respiraba por su cuello.
—Nosotras te guiaremos a casa.
—¡No! —Grito Margarita, y su camuflaje se desvaneció. Todos observaron su verdadero rostro. No cambio nada. Ellos querían hacer que su cuerpo se sintiera como en un campo de flores.
Margarita, se alejó de todos los brazos y palabras que le pedían más y más. Corrió hasta perderse y entrar a una batí esfera. Al recobrar la calma, inspección el mapa, y algo la sedujo, una capsula con la vista al sol. La capsula 01.
En medio del placer, El Dr. Grafeno encontró la vida. Su Dama, Violeta, se molestó por interrumpir La Clorofilia. El Doctor se alejó, y entonces hubo fuego. Una Doncella emergió de su pecho. Quiso acariciar su piel pero se quemó. Era magia pura. Una Doncella De Fuego. Una llama que nació bajo el mar.
La Doncella causo temor entre las Dama Plantas presentes. Se molestó por tal indiferencia, por lo que prendió fuego a Violeta con un chasquido. El Doctor se asustó, y trato de apagarla con agua. Fue en vano, ya no era hermosa, ya no tenía vida, pero el, nunca más volvería a ser un parasito.
La Doncella De Fuego se sorprendió de lo que ella podía hacer. Con un movimiento de piernas, incendio todo El Jardín. Con solo desearlo, el fuego se extendió por toda la colonia. Poco a poco los gases hacían combustión, el fuego envolvió toda la capsula 21. Humanos y Plantas temieron por igual y los animales despertaron de su sueño. Todos estaban a la merced de un nuevo día, el nacer de un nuevo sol.
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