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Foto del escritorUriel Velazquez Bañuelos

El Hombre Que Perdió 10,000 Pesos Por sus Huevos

No.2

 


 

Es una tarde normal para Dominic Dalton. El sol brilla, los pájaros cantan, el vecino de lado corta el césped, Y Dom está pegado en su sofá de la suerte.

Sólo se sienta en aquel sofá de cuero negro cuando quiere ganar algo. Y esta, más que otras veces, quiere sacarse la lotería.

Dominic ve en la televisión un programa llamado “Atínale”. Una pobre imitación de lo que trajo el canal de la competencia: Una Vocal, Un Millón.

El set de grabación es algo minimalista. Unos cuantos muebles aquí y ya, música de fondo pintoresca, y una bestialidad de mujer andante con vestido blanco, la cual no olvida sonreír a la cámara y mostrar el fino contorno de su cuerpo.


Vamos, sólo atínenle al nombre que está aquí en el pisaron, y ganarán más de medio millón de pesos.


La conductora baja la mirada y lee las indicaciones del periférico:


“Muestra el culo, y señala la pizarra.”


Se pone de lado ante la cámara, y muestra el nombre:


A_EL_


La conductora mueve las caderas de un lado a otro, guiña el ojo, y manda un beso al televidente.


Solo un poco más. Dijo Domic entre dientes, y mira con el rabillo del ojo un par de libros de como nombrar a tu bebé.


Suena el teléfono.


Alo, ¿Quién habla? -La conductora recupera la postura, y coloca su mano en la oreja, simulando que habla por un manos libres.


Sí, bueno, bueno…


Alo, buenas tardes. Estas en línea mi vida. ¿Quién habla?


Sí, bien, correcto. Soy Ramírez.


Ramírez, ¿De donde nos llamas?


Bueno, ¿hola? Hablo desde la ciudad 17. Creo que me sé el nombre.


Adelante, si aciertas, puedes ganar medio millón de peso, y algo más… Solo tienes que decir el nombre oculto del pisaron.


La música de fondo cambia a una más dramática. Aunque pobremente interpretada.


El nombre es Adeli.


¿Qué crees? Hay cinco segundos de silencio. Durante esa brevedad de tiempo. Se lleva las manos a la boca, y sus ojos se agrandan. Rompe la postura y añade: Esa respuesta es incorrecta. Pero…


Domic toma ambos libros de nombres. Da una ojeada por la sección A, y tacha el nombre antes dicho. Ya solo queda un nombre en la lista. Ya solo le queda llamar.


La conductora sigue jugando con el espectador. Su cuerpo, la cantidad de dinero que aparece como aviso, junto al número telefónico para llamar, despiertan el sentimiento más básico del hombre.


Suena el teléfono.


Alo, ¿Qui…


Sí, hola, soy Domic, hablo desde la ciudad 14, y ya le atiné al nombre secreto.


La conductora, tras ser torpemente interrumpida, vuelve en sí.


Si, emm, ¿Y qué nombre es, mi corazón?


Es Areli.


No hay segundos de suspensos para los mal educados.


Lo siento, mi vida, esa no es la respuesta corre…


¿Cómo de qué no? Sí ya investigue todo los putos nombres posibles. Ya no quedan más. ¿O qué, se sacaron uno nuevo del culo?


El rostro de la conductora entra en pánico. Hace señales de que corten la línea, pero parece que nadie le entiende.


Ya denme el jodido premio, ¿Es que acaso tienes miedo de que compre tus pecho, eh, puta? Sí me lo he ganado.


Tocan a la puerta.

Domic mira por la ventana. Hay una silueta afuera de su casa. Es alta y esbelta. Dom, cuelga el teléfono, apaga la televisión de inmediato, y se esconde detrás de su sofá, con esperanzas de no ser visto por el hombre misterioso.


Timbran a la casa. Nadie abre la puerta. La silueta se asoma por la ventana, y su sombra se extiende por la habitación. Dom puede ver como la sombra se mueve de un lado a otro.


Disculpa, que lo interrumpa. Escucha a alguien decir ¿Hay alguien en esta casa? ¿Quiero decir, todavía vive alguien ahí? Hemos venido muchas veces aquí, y nadie contesta. ¿No sabe si el antiguo residente de este casa se a mudado a otra parte?


Mmm, ¿Esa choza? Responde el vecino Lo dudo,, hace tres horas escuché a alguien gritar, quizá su dueño se fue de paseo, no lo sé.


Muchas gracias, lo dejo libre de hacer sus cosas.


Hasta luego.


Dom no sale de su escondite. Escucha el sonido de una pluma escribiendo sobre el papel. Pegan algo en la puerta. Los pasos se alejan.

Media hora después, escucha como su vecino apaga la podadora, y entra a casa.


Domic sale de su hogar, y arranca, entre otros tantos anuncios, la advertencia de desalojo por excesos de deudas.


Sólo necesito un poco más de dinero. Se dice a sí mismo.


Dom entra a casa, se recuesta en su sofá, y busca un programa de televisión que lo haga ganar algo de dinero.


 

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