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Foto del escritorUriel Velazquez Bañuelos

Todos Los Días El Mismo Sueño

Actualizado: 11 ago 2022

Prepa 10 Publicación Semestral

Agosto 2015 - Enero 2016

Año 1 - Número 1

 


 

Soy la clase de chico que no puede dormir por las noches. Aquel chico que no causa ruido en clase, aunque el maestro no se encuentre en el salón. El tipo de persona que prefiere sumergirse en el negro mar de palabras de un libro, que a salir de un antro por las noches y conocer a una chica. Soy el sujeto que desea tener una pesadilla, porque hace mucho tiempo dejé de soñar.

Lo que para ustedes es una linda noche para descansar, para mí es una fría amante que su presencia se extiende hasta el amanecer. Ella me mira en silencio, siento sus ojos con indiferencia y desprecio hacia mi persona mientras me hago en lágrimas.

Solía ser diferente. Hubo un tiempo en donde yo podía dormir, pero sobre todo, yo tenía sueños. La clase de sueños que solo tienes una vez y jamás lo vuelves a experimentar. Pero la madrugada de la tercera semana de enero todo cambio. Yo desperté, me quede en cama e intenté recordar lo que había soñado, pero mis esfuerzos fueron en vano. Estaba decepcionado. Siempre era bueno para recordar sueños e incluso tengo un diario de sueños. Es inútil. Solo es un recuerdo tortuoso de mi pasado, recordándome que algo ha cambiado. Yo he cambiado.

Esa mis mañana después de mis fallidos intentos por recordar, me dirigí al baño, me miré al espejo y noté mis ojos inyectados en sangre. Salió una lágrima que paso por la mejilla de mi rostro pálido hasta rosar con los labios. Era extraña esa sensación. Algo había soñado, tan importante me era ese sueño, como el agua para el sediento. Quería saber como fue, si el sueño fue feliz, triste, yo lo quería saber. Pasé todo el día analizando mi situación, pero me fue inútil. Ya noche, intenté calmarme, pero la duda de lo que había soñado taladró mi mente. Así que cerré mis ojos y conté hasta cien.


Sonó la alarma de un reloj que marcó las veintiocho horas con noventa y nueve minutos. Tomé un libro, intenté leerlo, pero las letras se transformaron en un lago negro de tinta, incluso pequeños patos salieron a nadar. Me levanté de mi cama, me dirigí a la puerta y la abrí para apreciar una escalera en espiral que se construía a mis pies. Bajé con cautela hasta llegar a una habitación totalmente en blanco. Nada tenía sentido. Era un sueño: pensé en tres colores, gris, negro y blanco. La habitación se cubrió de estos colores en orden como los mencioné. Una puerta surgió de la nada, pero tenía un peculiar color; era roja. Entré en ella, y atravesé un oscuro pasillo hasta llegar a lo que parecía ser una discoteca. Todos vestían con disfraces, excepto yo. Eran muy exóticos, lo admito. Uno de ellos me causo gracia, eran dos caballos disfrazados de dos mitades, que unidas formaban el cuerpo de un humano promedio. Seguí mirando a los invitados y alguien llamó mi atención. Era una mujer de cuerpo ligero, como el de una pluma, su rostro estaba cubierto por un antifaz plateado. Ella me observó y se detuvo la música, dejando solo el sonido de las voces. Ella caminó entre la multitud. Quise conocerla mejor, pero se alejó de mí, y le seguí por un largo pasillo que parecía no tener fin. Cruzamos por varios túneles, cada vez el lugar era distinto; pasamos por la ya mencionada discoteca, luego fue un acuario, una pizzería, un cementerio y finalmente una carretera. Me resultaba familiar, -si mal no recuerdo aquella calle esta a unas cuadras de mi casa-. Nuestra distancia era tan solo unos metros. Cruzó la calle y se detuvo. Su cabello se dejaba llevar por la brisa y se dio la vuelta. Por fin pude verla, aunque el antifaz cubrió la mayor parte de su rostro, yo podía observarla y me dejó congelado. Sus ojos cubiertos por negro brillante, como si su mirada fuere un telescopio para observar la galaxia más hermosa. Unos labios tan rojos como la sangre, y una piel pálida. Ella me sonrió, yo quede paralizado, su mueca fue una luz y yo una pobre polilla que no escucho el sonido del carro que se avecinaba. Desperté de golpe y sentí una sensación rara en la parte derecha de mi cuerpo.


Tras vivir ese sueño, fue cuando las cosas comenzaron a ponerse mal. Cada vez me resulto más difícil el dormir, algunas veces tenía que contar hasta doscientos, otras hasta cuatrocientos y tomar té de manzanilla. Lo más extremo fue el de necesitar drogar para dormir. Cuando por fin lograba descansar, llegar a la etapa del sueño lucido, me daba cuento que todo los días era el mismo sueño. La habitación con los tres colores con una puerta que siempre variaba de color. A excepción de los lugares que recorrí -los cuales todos eran sitios que al menos visité una vez- y la puerta, el mismo patrón se repetía; abro la puerta, camino entre un túnel sin luz hasta llegar a un lugar cerrado con muchas personas, dígase una biblioteca, un cine. La gente o animales vestían de diferentes formas, pero siempre era la misma especie. Y la mujer...ella nunca cambia, portaba su antifaz plateado. La perseguía y el camino era más largo que el anterior. Cuando por fin estaba cerca de ella, alguien me asesinaba para hacerme despertar con una extraña sensación en mi cuerpo y casos extremos habían cicatrices.


Fue una vez, que por fin puede estar a su lado. La puerta era de un color tinto, caminé por un pasillo con velas flotantes. Llegué al salón de baile. Todos portaban atuendos peculiares, como si se tratase de una Inglaterra victoriana. Algunos danzaban al ritmo de las cuerdas de violines, otros hablaban en un dialecto que consistía en sonido de un animal con una palabra aleatoria de nuestra lengua, para terminar con una carcajada y un brindis. Bebían ginebra como si no hubiera un mañana.

Hubo silencio y con ello las luces se apagaron. Una luz circular estaba fija en las escaleras. Todos enfocaron la vista en ese aro de luz, después, dio seguimiento a un cuerpo que descendía. Era ella, la chica del antifaz plateado. Bajaba con una delicadeza que parecía no tener pies. Su vestido era esplendido, una combinación entre el color gris, negro y blanco que para nada llegaba a lo lúgubre: era como ver una anochecer nublado. Su andar se detuvo frente a mi, me observó con ternura y sin decir una sola palabra, bailamos un vals. Me sentí tan cálido por primera vez en mucho tiempo. Estar a su lado fue lo mejor que me pasó al soñar, y por desgracia lo ultimo. El ambiente se tornó oscuro. Cada cinco pasos que dábamos, algo sucedía en el fondo, haciéndose una experiencia única. Estrellas fugaces pasaron por encima de nuestras cabezas, la luna tenia anillos como si fueran los de Júpiter, los planetas eran transparentes que parecían cristales, cada uno de ellos reflejaba la luz del sol para formar un puente de arcoíris que cursaba por todo el universo. Y en ese arcoíris, mi amada y yo danzábamos al son de un dulce sonido, como una delicada sinfonía que recorre el viento hasta llegar a los oídos del simple mortal, como la sangre que bombea el corazón cada vez que te enamoras.

Ella se quitó el antifaz y pude apreciarla mejor. El corazón casi se me detenía ante semejante belleza. Yo me enamoré de un ángel. Era un ser tan puro, tan inocente que podría dibujar la capilla Sixtina solo basándome en su rostro. Un eclipse de solar interrumpió el dulce sonido y destruyó nuestro efecto de luz generado por los planetas. Los dos ciamos al espacio, como si existiera gravedad. El eclipse era tan bello, una magnifica luz de color azul lo rodeaba, junto con los anillos lunares. Mientras caíamos, nos tomamos de la mano y millones de partículas de polvo de arcoíris nos acompañaron, como el aroma de un perfume. Ella me abrazó con ternura, se acercó a mi oído izquierdo y me susurró:


"Yo soy la ultima rosa después de una sequia;

Todos desean tenerme, pero nadie me obtiene.


Soy la inspiración que desean los pintores

quieren verme bajo la mascara,

pero dudo que capten mi esencia.


Tan solo soy una estrella lejana

que desea ser descubierta por astrónomos

pero no tengo el brillo necesario para que ocurra

pero tu, Soñador, con deseo

deseo de seguir viéndome a través de sueños

deseo de conocer más allá de mi color

lo has conseguido, has capturado una parte de lo que soy

pero el amor no yace en sueños, es hora de despertar.


Yo era tu todo, es tiempo de que comiences a vivir

que el tiempo borre de tu mente mi imagen"


Desperté solo en mi habitación. Sentía una extraña sensación en mi cuerpo. No era dolor, era algo cálido, sentía su en mi cuerpo su pecho y su mano junto a la mía. Pero sobre todo, tenia el gusto de sus carnosos labios. Desde ese día no volví a dormir, ni mucho menos a sonreír.


Diez meses pasaron, y en cada noche vi los distintos rostros de la luna. Me ayudaba a matar el tiempo. De vez en cuando pensaba en sus anillos inexistentes, o en un eclipse solar azulado.

Me preparo para dirigirme a la escuela. Ya es algo tarde... pero que más da, la rutina de siempre. Nunca me gustó ese ambiente de desorden en los salones o las bromas de pésimo gusto que hacen. El sonido de sus risas son peores a las de una hiena; ambos siguen comiendo mierda y ríen. Dios, ¿Qué ha pasado conmigo, en verdad pensé eso?

Subo al camión, y a lo lejos veo una singular figura. Su rostro me resulta familiar. Es ella; la chica del antifaz.

La miro. Ella me responde con una sonrisa. Le hago señales, diciéndole cuanto le eche de menos. No sé si capto mis señales, pero ella me mira. No lo podía creer, ¿Acaso era ella o solo una broma pesada de mi atormentada mente? Como sea, yo no podía soportarlo, así que la seguí. Ella bajo del camión la siguiente cuadra. No había pasado ni diez minutos desde que yo abordé. Cada vez ella apresuraba el paso, como si intentara escapar de alguien. Yo le mantenía el ritmo. Ella corrió y yo hice lo mismo. Miraba por detrás de su hombro para verme, cosa me motivaba aun más en seguirla. Estaba seguro de que pronto llegaríamos a nuestro lugar especial.

Cruzó la cale con los semáforos en verde, algo peligroso para ella. Finalmente se detuvo. Me acérquese lentamente hacia ella y cuando se dio la vuelta supo que no era la chica del antifaz plateado. Ella no estaba feliz, sus manos temblaban y respiraba con fuerza, como si le faltara aire, y su rostro se distorsionó en llanto y temor. Y cuando apenas estaba asimilando lo sucedido, escuché el sonido del claxon de un auto.


Desperté en un hospital. Recorrí las habitaciones con libertar, notando algo raro en ellas. Habían sombras deambulando las instalaciones, y en cada camilla yacía un sujeto parecido a mi. Entre los murmullos, escuche acerca del accidente; fracturas en los huesos y músculos desgarrados, principalmente en la parte derecha del cuerpo. Y con el sonido de las maquinas conectadas al cuerpo, vino a mi un helado que me caló en lo más profundo de mí corazón. ¿Por qué ahora? ¿Por qué yo? Ver lo que quedaba de mi hizo brotar lagrimas.


Sé que no muerto, aun escuchaba mi respiración, pero pronto lo estaré. La idea de asimilarlo en mi soledad es complicado.


Me tomé mi tiempo, luego abandoné la habitación y tome un elevador para ir al primer piso del hospital, pero nunca llegue ahí. Termine en la habitación de los tres colores. Había pasado meses desde que yo no estaba en aquel lugar, pero se sentía una eternidad. Y ahí estaba yo, en el nexo que conectaba mis sueños. La pintura de las paredes se derritió hasta llegar al centro. Los colores tejieron un vestido, y el vestido formo un cuerpo fino y delgado. Estaba ante la chica del antifaz plateado. La habitación se convirtió en un pequeño quiosco en medio del bosque. Su vestido gris, negro y blanco pasó a un blanco con dorado, para resaltar con las estrellas y la paz que me producía el volver a verle. Y su antifaz pasó a ser un velo de novia.


Como si el lugar lo ameritaba, un tocadiscos comenzó con una canción alegre. Nuestros cuerpos se unieron en un baile armonioso. Le descubrí la frente y dije:


"Yo era suficiente para tí hace mucho tiempo

yo era tu todo -me dijiste-

y sigues siendo el mundo para mí, para que lo sepas.


El tiempo cambió mucho desde aquel día en que nos conocimos

pero hay algo que no quiero que olvides;

yo te amé primero

todavía lo siento -veo tu rostro

aquí, en las sombras de este espacio vacío

tu voz aun resuena en este lugar


No fue el tiempo suficiente para que fuera eterno

pero hay algo que quiero que recuerdes.


Yo te amé primero

yo era suficiente

dijiste que era todo, pero fue mentira

y a pesar de ello, confiare en ti nuevamente

pues quiero que recuerdes que yo te amé

simple y pura.


Y una parte de mi corazón siempre será tuyo.

Desde la primera vez que nos tocamos, hasta la ultima mirada

Te amé entonces, como si el corazón se me saliera

Y ahora que no tengo cuerpo

mi corazón yace en tus manos"

 


















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